jueves, febrero 22, 2007

SUPERMERCADO


Tengo un amigo que a veces me llama para que lo acompañe al súper del barrio. Para hacer unas compras, -me dice-. Sé bien, aunque él no lo confiese, que sólo es una burda excusa para visitar sus amores imposibles. Mientras ellas buscan el código de barras en la bolsa de pan integral, mi amigo las observa y sueña con rescatarlas de su rutina entre el cambio y el lector láser. Me lo imagino raptándola mientras los guardias de seguridad alucinados persiguen a mi colega por toda la Colonia. A veces alguna nos sonríe y nos sentimos como James Dean en Rebelde sin Causa.Tengo que confesarle a mi amigo que me ha contagiado. Tengo la casa llena de pan de molde y no puedo evitar planear el atraco perfecto cada vez que entre las ofertas suena alguna canción parecida a la de misión imposible.A las cajeras de todos los súper a ustedes señoritas.

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